


Gesica y Lucía llevan el baile en el cuerpo. Por eso quizá les da más igual con quien bailan o cuando bailan, dado que bailan siempre.
Yo en cambio, me cuesta un mundo cada paso, un mundo cada coreo, un mundo cada nueva canción.
Porque yo no soy bailarín.
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Me he esforzado y utilizado toda mi capacidad racional y analítica para mejorar , pero esas no son las mejores armas para bailar 🙂
He ido a clases de baile única y exclusivamente por ver feliz a mi Gesica y por ser feliz bailando a su lado.
Únicamente por eso, porque yo nunca he bailado, ni me ha gustado bailar. Y ello no quiere decir que no disfrute bailando las veces que lo hago y en especial con mis amores 🙂
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Por eso creo que nadie comprendió ni comprende, ni siquiera ellas, que me sintiera tan mal cuando por jugar al futbol (algo que no hacía hace años) me lesioné la rodilla y no pude bailar con mi esposita.
Varias noches lloré diciéndome: En que jodido momento se te ocurre jugar al fútbol!!!
Y me dolió mucho muchísimo no poder acompañar a mi Gesica en su concurso. Me dolió en el alma.
Pero nadie, ni ellas, lo entienden. Y creo que nunca lo entenderán.
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Porque para ellas es solo algo más, es un baile más, es un momento más, una pareja de baile más. porque lo llevan en la sangre y en el cuerpo.
Pero para mí ha sido un esfuerzo descomunal aprender cada paso, cada tiempo, cada interpretación….. todo, todo todo lo que a ellas y a todos los bailarines les parece fácil; a mi me ha costado 3 vueltas y medias a la tierra 🙂
Pero nadie me quitará jamás esos momentos, aunque ya no bailemos más.
Y eso me recuerda otra vez, que debemos atesorar cada minuto que vivimos y en especial con quienes amamos, porque nunca, de verdad nunca sabes si se volverán a repetir. Y muchas veces no les damos el valor que tienen.
No soy un bailarín, pero bailaría hasta el fin del mundo por esos 4 minutos.
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